Por la rivera de la Boca una noche de verano
contemplaba las estrellas y la calma infinita
Los barcos parecían dormidos en la orilla
y más allá el viejo puente inspirábame.
Cuando de pronto advertí que del impuro río
alguien me hacía una señal
de movida no entendí y entonces me acerqué
y no pude comprender lo que mis ojos veían.
En el agua mugre y el aceite nadaba una sirena
de largas cabelleras como trigo al viento
desnuda de pechos y pezones duros
agitaba su manita como invitándome.
Mas yo que podía hacer entre tanta confusión
si bien el agua no me tentó a tirarme de cabeza
ni tampoco a prefectura intenté avisar
por temor a perturbar a tan bella criatura.
Y nos quedamos mirándonos… Casi, casi penetrándonos
Una sirena de aguas claras en mi río turbio sin igual
que podía estar haciendo, más peor yo sin hacer nada.
Y de pronto se esfumó con la bruma de la mañana
cuando el tráfico empezaba de nuevo a alborotar
Y yo que no hacía nada decidí caminar
y con vino celebrar la santa aparición.
Y aunque tuviera la ocasión, a quién le iba a contar
seguro me iban a acusar de lisérgico inmaduro
de una sirena de aguas claras en mi río turbio sin igual
qué podía estar haciendo más peor yo sin hacer nada.
Una sirena de aguas claras en mi río turbio sin igual
qué podía estar haciendo más peor yo sin hacer nada
Y nos quedamos mirándonos… Casi, casi penetrándonos
Una sirena de aguas claras en mi río turbio sin igual
domingo, 23 de mayo de 2010
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